JURASSIC PARK Y EL COLECCIONISMO

 Vivo en Santo Domingo, capital del país donde se encontró, en una mina, el ámbar que permitió clonar los dinosaurios que todos vimos en el clásico de Spielberg. La mina se llamaba “Madre de Dios”, un topónimo peruano, donde hablaban unos mineros dominicanos con un sospechoso acento mexicano, porque para el gran cine norteamericano seguimos siendo clasificados como esa masa de gente color “café con leche” que vive al sur de “su” continente.

Hace más de treinta años fue la última vez que vi este clásico del cine de dinosaurios (las secuelas las he visto pero obviamente no son lo mismo) y me enamoré de nuevo de la película escuchando a Malcolm, interpretado magistralmente por Jeff Goldblum, este actor convertido en meme por su icónica frase “You did it. You crazy son of a bitch, you did it”. Más allá de esto, su personaje hizo una tremenda apuesta sobre la compleja relación de las instituciones que coleccionan (El parque Jurásico técnicamente sería considerado un museo) y cómo forzosamente esta idea del coleccionismo es una constante imposición lógica del hombre sobre el natural caos de lo que nos rodea. Mientras Malcolm y todos los otros personajes están viendo nacer unos “baby dinos” que han sido modificados genéticamente para ser hembras y mantener el control poblacional, él se pregunta e increpa sobre el sentido de llevar a cabo esta empresa científica:
MALCOLM
John, el tipo de control que estas intentando no es posible, Si hay algo que la evolución nos ha enseñado es que la vida no se puede contener. La vida encuentra sus vías. Se abre camino hacia nuevos territorios. Rompe barreras. A veces de forma dolorosa, incluso… de forma peligrosa, pero… en fin, ahí está.
WU
¿Estás insinuando que un grupo compuesto exclusivamente de hembras se podrían reproducir?
MALCOLM
Simplemente estoy diciendo que la vida… encuentra la manera
ELLIE
“No puedes controlar nada”. Estoy de acuerdo con eso. Me gusta.
Y la película continua mostrando a un Malcolm profundamente preocupado por las implicaciones éticas de reproducir y “coleccionar” unos animales extintos hace 65 millones de años separados de una humanidad que los trae a la vida en este particular parque-zoológico.
¿No es acaso eso lo que hacemos a diario en los museos? Mostramos objetos de unos pasados que no nos pertenecen perfectamente clasificados y organizados para que, en nuestra lógica, tengan coherencia con las expectativas de lo que esperamos del pasado: algo que se ajusta a las preocupaciones y necesidades del espíritu de cada tiempo. Coleccionamos con “objetividad” y seleccionamos de la realidad las evidencias para traerlas a un espacio artificial donde cobran vida en nuestro propios términos obviando el caos que implica la vida misma.
Por otro lado, Hammond, el mecenas de Jurassic Park, da la bienvenida al parque con un desparpajo que abruma porque se trata de la clásica empresa colonizadora de la naturaleza: El show debe continuar a pesar de las implicaciones éticas que implique mostrar ese show: si debemos romper el orden natural del caos para que se adapte a nuestras creencias es lo correcto porque la ciencia no debe detenerse a preguntarse el porqué ni otro tipo de “superfluas” implicaciones de bárbaros.
Ahí radica el sentido del coleccionismo, ¿Para qué extraer objetos y ponerlos de forma artificial en un espacio expositivo o una reserva?
Con esto no estoy buscando esa cándida afirmación de museólogo deconstruido que decide acabar con esos museos que tanto amaba y que lo llevaron a estudiar esta disciplina. Por el contrario, esta es una liberación poética para entender que el Museo, y sus colecciones, es una institución que puede apenas reflejar ese caos natural y ese destino inevitable que implica hacer parte de la naturaleza: la vida no es lógica y no le importa ser clasificada. Lo que hoy vemos y entendemos en un espacio de Museo no será lo mismo que veamos mañana: La ficha técnica deja de ser válida en el momento que se escribió y en eso radica la belleza de esta disciplina. Los museos jamás no lograrán contener las colecciones que como velociraptors irán persiguiendo el pensamiento del visitante perspicaz hasta el último rincón. Pero supongo que hay que seguir coleccionando y clasificando para que el caos natural nos siga dando lecciones vitales.

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