El Valle de las Lanzas
Celda 135 "Yo fundé a San Bonifacio de Ibagué del Valle de las Lanzas" del Museo Panóptico de Ibagué / Fotografía de Germán Ferro Medina, 2021.
Haciendo el Museo de Ibagué, la curaduría se encontró con este relato del fundador de la “Villa de San Bonifacio de Ibagué del Valle de las Lanzas”:
“Declaro que yo poblé y fundé la ciudad de Ibagué que es en este Nuevo Reino de lo cual resultaron muertos y malos tratamientos de Indios”
firmado el 14 de octubre de 1550 por Andrés López de Galarza.
Los monumentos a los conquistadores no fueron pensados para hacer una lectura crítica de un pasado en donde los mismos conquistadores aceptan y reconocen que la fundación de ciudades en América se dio en el marco de un conflicto sangriento y desigual contra las poblaciones que habitaban, en este caso, el Valle del Magdalena.
No hay que olvidar que estos monumentos no son parte de nuestro patrimonio cultural colonial sino que se trata de una serie de homenajes hechos en su mayor parte durante la hegemonía conservadora de los años treinta del siglo pasado. El homenaje a estos personajes materializado en decenas de monumentos puestos en ciudades colombianas fue un proyecto político para darle piso a una Constitución de 1886 impuesta a la fuerza y con un tufo pro-hispanista que negaba la diversidad étnica de ese momento.
Es por eso que esos pedestales y estatuas por los que tanto lloran algunos no son la fuente primaria de la historia. Son un invento basado en los valores excluyentes de una sociedad que ya no tiene lugar en un contexto constitucional diverso e incluyente reconociendo un país mucho más amplio a través de la Carta de 1991.
Hay que tenerlo claro. La caída de estatuas de conquistadores no es la destruccción de la historia: para eso existen suficientes fuentes primarias en Archivos, bibliotecas y museos donde se puede hacer un trabajo juicioso y entender lo que ha ocurrido desde miradas diversas, desde aproximaciones diversas. Eso no lo permite el monumento que con su altura e imponencia lo único que logra es cerrar el discurso de
manera monotemática: el relato heróico, grandilocuente y falseador de la historia.
Esas estatuas, incluida la de Laureano Gómez que es uno de los artífices de este proyecto político de arte pro-hispanista, racista y excluyente, deben ser puestas en tela de juicio desde la academia, desde los museos, desde los gobiernos respetuosos de la Constitución del 91 y desde las calles. Deben caer o salir del espacio público pues ya no simbolizan el acuerdo social. Deben entrar a los archivos y museos para que sirvan como evidencia en el futuro de este momento en que muchos colombianos decidieron preguntarse por la neutralidad de estas efigies.
Por último, hay que tener moderación. Preguntarse por la caída de estatuas es un camino lleno de trampas. Hay gente ignorante que amenaza con destruir evidencia material de la Colonia bajo este mismo argumento: documentos, museos, iglesias, casas, murallas. Estas NO son parte de ese proyecto falseador ultraconservador de la historia, estas son la evidencia material de ese pasado problemático (como todos los pasados) que fue la vida Colonial de América, la vida de millones de personas que pasaron por ese mundo y vivieron la cotidianidad de ese momento. Esos espacios (Museos, documentos, iglesias, casas y murallas) son lo único que nos queda para reivindicar a todas las personas que sufrieron las injusticias y a los justicieros que las defendieron. Y también para evidenciar a los perpetradores de las injusticias, así como lo reconoció Galarza, fundador de Ibagué, en su documento escrito de 1550. Esos no son monumentos sino las evidencias de la historia y sus espacios para debatirlas.
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